Miji Dörrbecker superó el óvalo de Puebla

El piloto queretano, Michael Dörrbecker relata de viva voz, su última experiencia en pista.

El pasado fin de semana en el óvalo de Puebla, mi equipo y yo enfrentamos un reto inesperado que nos llevó al límite de nuestra capacidad tanto en mi habilidad como en la destreza de todo nuestro equipo. Sin embargo, la pasión y la determinación prevalecieron, y al final, logramos salir victoriosos de esta emocionante batalla en la pista.

La carrera en Puebla fue desde el principio un desafío monumental, nuestro fin de semana no comenzó como esperábamos. Desde la primera práctica, quedó claro que este óvalo no nos permitiría un paseo tranquilo. A pesar de un desempeño normal, el tiempo en pista fue limitado, lo que nos hizo sentir cierta presión para aprovechar al máximo cada vuelta.

Las adversidades se hicieron más evidentes en la segunda práctica cuando enfrentamos el primer obstáculo importante, se hizo evidente un ruido inusual que provenía del motor. Debido al factor tiempo una rápida inspección, descubrimos que uno de los Headers estaba roto, ese tubo vital que se conecta al motor y se dirige hacia el sistema de escape. El tiempo apremiaba, y aunque el equipo trabajó a toda máquina para resolver el problema, en la prisa uno de los cilindros quedó desconectado, dejándonos con solo 7 cilindros de los 8 habituales.

Este infortunio nos relegó a la última posición en la calificación, la posición 35. Sabíamos que enfrentaríamos una carrera difícil y larga el domingo.

El Autódromo Miguel E. Abed en Puebla presenta dos factores cruciales: la capacidad de formar grupos para aprovechar el rebufo y la necesidad de un motor potente para las largas rectas, donde alcanzamos velocidades máximas de ¡245 km/h!

 Comenzamos la carrera avanzando de manera constante y con determinación. Para la vuelta 20, habíamos llegado a la posición 25, pero pronto nos dimos cuenta de que estábamos aislados en una especie de isla en medio de la pista. Habíamos dejado atrás al grupo que nos seguía, y el grupo delantero estaba fuera de alcance. Necesitábamos una bandera amarilla para igualar la competencia, y finalmente esta llegó en la vuelta 40. Aprovechamos esta oportunidad para avanzar aún más y ganar cinco posiciones antes de la parada en pits, que se programó para la vuelta 50 de las 110 programadas.

Sin embargo, después de la parada en pits, el auto comenzó a emitir ruidos inquietantes una vez más. Nos dimos cuenta de que, en grupo y con el beneficio del rebufo, no éramos capaces de alcanzar a los autos delante de nosotros. Cualquier competidor que se acercaba tenía una facilidad sorprendente para adelantarnos. Las sospechas apuntaban a una nueva fisura en el sistema de escape, lo que hacía que las rectas largas fueran aún más desafiantes.

 A pesar de los obstáculos, seguimos luchando. Aún quedaba la mitad de la carrera por delante, y junto con Patrick Goeters, mi spotter, tomamos decisiones estratégicas que nos permitieron avanzar unas cuantas posiciones más. Al final, conseguimos cruzar la línea de meta en la posición 15. Fue una carrera difícil y desafiante, pero dadas las circunstancias, quedamos ligeramente satisfechos con el resultado.

 Puebla nos presentó un reto considerable, pero como piloto, no existe otra opción que enfrentarlo con determinación y espíritu de lucha. Cada carrera es una lección, y en esta ocasión, hemos demostrado que, incluso en las condiciones más adversas, podemos superar los obstáculos y triunfar en la pista. El automovilismo es un deporte donde la perseverancia y la pasión siempre prevalecen, y eso es lo que nos impulsa a seguir adelante en cada competición.

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